* Por María Carvajal
Quise escribir sobre los
feminicidios de Ciudad Juárez
pero me topé contra la inexistencia léxica
de su concepto.
Quise escribir que los académicos
hacen del feminicidio
una palabra invisible que debería
ser nombre propio
y ni siquiera es nombre común.
Quise escribir sobre las miradas
volteadas de los gobernantes
que esconden los gritos bajo la
arena del desierto.
Porque la negrura de México se
consideró una pandemia
y aun hoy se expande enfermando
todos los mapas.
Porque mi editor de textos subraya
la palabra
de color rojo como una confusión
provocada,
insistiendo en que borre o cambie su
destino.
Entonces, cómo escribir sobre la
barbarie oculta,
la sangre encubierta, el dolor
silenciado,
si quienes tienen el poder ni
siquiera
le dan la importancia suficiente
como para asignarle un nombre digno
de un diccionario.
Porque la palabra es turbia como
quien consiente
y es oscura como quien la entierra.
Y me pregunto por qué existe el acto
y no la palabra.
Y me pregunto por qué todos hablan
de Ciudad Juárez
y nadie os dice “Cuidad Juárez”.
** La palabra “feminicidio” no
está recogida en el diccionario de la RAE.
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